¿Por qué el resultado final de las presidenciales en EE.UU. no depende directamente del voto popular? ¿Qué papel juegan en el proceso electoral los delegados y los electores? Sépalo con este artículo.
En todo Estados Unidos, miles de candidatos se presentarán a las urnas el 5 de noviembre para ocupar cargos que van desde senador hasta alcalde o recaudador de impuestos.
Este año, la gran carrera es por la presidencia de Estados Unidos. Pero a diferencia de lo que ocurre en los países con sistemas parlamentarios, donde los electores solo tienen que votar unos pocos temas o incluso una sola contienda, los votantes estadounidenses suelen tener papeletas de varias páginas y muchas decisiones que tomar.
En esta ocasión, 34 de los 100 miembros del Senado de Estados Unidos se presentan a las elecciones, con mandatos de seis años. Y los votantes de cada uno de los 435 distritos congresionales del país elegirán a su miembro de la Cámara de Representantes para un mandato de dos años.
El partido que obtenga la mayoría de los escaños del Senado o de la Cámara de Representantes controlará la cámara respectiva. Esto significa, por ejemplo, que el partido que obtenga la mayoría en la Cámara de Representantes elegirá al presidente de la Cámara y a los presidentes de las distintas comisiones del organismo.
Gráfica muestra oficinas que serán objeto de elecciones en Estados Unidos en 2024 tanto a nivel federal como estatal (Depto. de Estado de EE. UU./Buck Insley)
(Depto. de Estado de EE. UU./Buck Insley)
Más que la contienda por la presidencia
El sistema electoral estadounidense está muy descentralizado. El 5 de noviembre, los votantes de todo el país tendrán la carrera presidencial en sus papeletas, pero además de eso, sus papeletas diferirán en función de los cargos que se elijan en su jurisdicción particular.
En algunas votaciones estatales y locales se preguntará a los votantes sobre cuestiones como si se debe pedir prestado dinero para proyectos como nuevos parques de bomberos. Algunos estados eligen gobernador o legisladores estatales. Por último, hay localidades que eligen alcaldes o concejales.
“Se elige a todo tipo de cargos. Tenemos más días de elecciones (incluidas las primarias), papeletas muy largas y más opciones”, afirma John C. Fortier, miembro sénior del grupo de expertos American Enterprise Institute.
A nivel estatal, este año hay 11 elecciones a gobernador. Pero eso no es más que una gota de agua en el mar del total de cargos ejecutivos estatales. Muchos estados reparten el poder ejecutivo entre otros altos cargos, como vicegobernador, fiscal general, secretario de estado, tesorero e incluso comisario de agricultura. Un total de 167 de estos cargos ejecutivos estatales (en inglés) se someten a votación este día de elecciones.
Además, casi el 80 % de los legisladores estatales de todo el país también se enfrentan a los votantes: más de 5.800 en total, según la publicación Ballotpedia.
Algunos estados y localidades eligen a los jueces en lugar de nombrarlos. Y los pueblos y ciudades eligen alcaldes, concejales, consejos escolares, administradores de bibliotecas, alguaciles e incluso perreros, explica Fortier. Este año se elegirán 371 alcaldes, aunque algunas de esas votaciones se celebran antes o después de la jornada electoral del 5 de noviembre.
Aunque las campañas presidenciales acaparan la mayor parte de la atención, las elecciones estatales y locales también son importantes.
“Lo que hace un presidente en el día a día no afecta a la vida de la gente como lo hacen los gobiernos locales y estatales”, explica Stella Rouse, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Arizona.
Toda la atención sobre la reñida carrera presidencial de este año puede aumentar la participación electoral, lo que puede significar que más gente preste atención a la política local y a cuestiones que les afectan más directamente, como qué calles se reparan o si se construye una nueva escuela.
Muestra del federalismo
El sistema estadounidense de reparto de poder entre los distintos niveles de gobierno se basa en la Constitución, que divide el poder entre funcionarios estatales y federales. Los estados, a su vez, comparten su autoridad con los gobiernos locales.
“Hay algunas cosas que uno quiere coordinar a nivel nacional”, como la defensa nacional, dice Josh Chafetz, profesor de Derecho de la Universidad de Georgetown. “Pero hay muchas otras políticas que no tienen por qué ser uniformes en todas partes. Lo que hace el federalismo, en teoría, es permitir ambas cosas”.
Una ventaja del federalismo es que los votantes de cada estado pueden elegir, por ejemplo, si quieren un alto nivel de servicios e impuestos más altos en su estado… o lo contrario.
Según Rouse, el federalismo puede generar conflictos entre los cargos públicos estatales y nacionales, pero también conduce a mejores políticas. “Dividir el poder y el constante tira y afloja entre los gobiernos nacional y estatal es algo positivo”, afirma. “Cuando se pasa por ese proceso, lo que termina saliendo como política es lo mejor que se puede conseguir”.
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